Buenas tardes y noches, amigos y amigas:

¿Cómo estáis?¿Qué tal todo? Espero sinceramente que bien y espero que para algunas y algunos de vosotros…, mejor que bien…

Se que llevo mucho tiempo sin escribir. Hace poco que recuperé la capacidad de leer desde el placer de la lectura y ha ocurrido algo que definitivamente me ha impulsado a volver a teclear algunas frases…., y tenía que contároslo. Es importante para mi…. comienzo¡¡¡ (espero hacerlo bien…)

Ayer estuve en Sevilla con Alicia a tratar algunos temas. Un par de ellos poco importantes, como pasarme a solucionar quehaceres por la oficina de la compañía de seguros para la que trabaja mi mujercita, y otros bastante más importantes, como comprarme un sombrero nuevo para asistir a la celebración de una Primera Comunión de la hija de una mujer a la que quiero infinito, y de paso comer con unos amigos a los que llevaba mucho tiempo sin ver y que los echo mucho de menos. Bueno, pues al grano que me pierdo más que “un lápiz chico”…. 

Cuando nos dirigíamos a recoger el coche para volvernos a casa, pasamos al lado, hombro con hombro, de un hombre corpulento, bien vestido, de unos cuarenta años, arrastrando con dificultad una pequeña maleta de mano con ruedas. Para ser totalmente sincero, no me suelo fijar en hombre, suelo fijarme en las mujeres cuando las puedo ver, no puedo evitarlo…, pero este “buen hombre” tenía los ojos perdidos y…, una cicatriz enorme que le recorría toda la parte superior de la frente de izquierda a derecha. 

Andaba con mucha dificultad, parecía perdido, desorientado, y cuando me alejé de él como unos cien metros, algo en mi me hizo volverme, no pude evitarlo, y le dije a Alicia: “cariño, a ese hombre le pasa algo. Voy a acercarme a por si necesita….”. 

Antes de haber terminado la frase que le estaba diciendo a mi mujer mis pies ya había iniciado el corto camino que había hasta este señor… Me acerqué, me puse delante de él, me quité mi sombreo y mis gafas de sol negras, y le pregunté…, “caballero.., ¿le ocurre a usted algo?.

Levantó la cabeza e intentó mirarme. Fue entonces cuando me percaté que prácticamente no veía, o al menos con ambos ojos, porque los tenía perdidos e intentaban enfocar su escasa mirada hacia mí. Respondió con muchísima dificulta en el habla que había intentado coger un “taxi” en la parada en la que estábamos (El Corte Inglés de Nervión), que quería llevar su pequeña maleta consigo en el asiento pero que los taxistas le obligaban a meterla en el maletero. 

– ¡Espere un segundo!, le dije, y me acerqué al grupo de taxistas que tenía a mis espaldas. Se aproximó uno de ellos y le conté lo que había sucedido…, y como excusa me dijo que las maletas tenían que ir en el maletero, a lo que yo le interpelé…

– ¡Esa bolsa que lleva este hombre no es ninguna maleta, es un maletín que por la necesidades especiales que tiene debe arrastrar consigo¡ ¿No lo está usted viendo? Y continué…., “porque él a usted por desgracia no lo ve….”

Ha llegado el momento de deciros, y es el intríngulis de esta cuestión, que si en un taxi se usa el maletero te cobran un buen suplemento…., que no es poca cosa…… El señor de la maleta insistía una y otra, muy despacio, en su idioma tan especial y con mucho esfuerzo que no quería separarse de ella, que siempre estaba con él. 

Por fin parece que el taxista me entendió, y digo “entendió” porque aún tuvo que hacer un esfuerzo para pensar qué es lo que me iba a responder…., y no pudo responder nada… salvo, como los niños pequeños…, “no he sido yo, ha sido mi compañero…..”.

– ¡Pues llame usted a su compañero si es tan amable!, le interpelé nuevamente. Se dio la vuelta, llamó a su compañero, y pude observar como éste le hacía un gesto de negación con la cabeza….

– ¡Me ha dicho el compañero que lo lleve yo si quiero, que él no lo lleva si no mete el maletín en el maletero!, me dijo. A lo que añadió – ¡Yo le llevaré!.

No le voy a dar las gracias a este taxista por cumplir lo que simplemente era su obligación, y bastante tenía con la mirada vergonzosa que trasmitían sus ojos, ojos que él sí tenía pero que su futuro acompañante no….. Pero si voy a “denunciar” aquí públicamente la vergonzosa y desconsiderada actuación de un impresentable que en ningún caso hace honor a la digna profesión de taxista. Esos “todoxistas” que lo único que intentan es sacarte los cuartos en una carrera ni siquiera se merecen el tiempo ni escuerzo que estoy empleando en escribir estas líneas.

Por otro lado, son muchas las subidas y bajadas que a lo largo de mi vida he tenido que realizar y realzo de taxis (ayer mismo dos),  y os puedo garantizar que hay magníficos profesionales en el sector y que no se puede desechar un cesto completo de manzanas porque una esté podrida….

Otro día os cantaré más experiencias en mis trayectos en taxis…., pero será eso, otro día, que hoy a estoy algo cansado, aunque muy satisfecho por haber podido escribir nuevamente….

No olvidéis darle un beso enorme a la persona que tenéis a vuestro lado cuando llegue el momento de ir a dormir, y ya sabéis, si no tenéis a nadie, podéis mandádmelo a mi, pero no por taxi por favor¡¡¡¡¡

Un beso a todos y buenas noches….

P.D. Disculpad mis faltas de ortografía a mis errores a la hora de escribir, ya sabéis que estoy empezando otra vez……, y por cierto, la cicatriz de guerra que aparece en la foto de más arriba es la mia¡¡¡¡